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Los sistemas de apoyo a las decisiones clínicas: En busca del por qué de las cosas

Más allá de los cuadros de mando y los indicadores de salud.

Los sistemas de apoyo a las decisiones clínicas: En busca del por qué de las cosas

Es necesario disponer de sistemas sanitarios eficientes y seguros, dotados de herramientas que permitan el análisis y la evaluación de la calidad sanitaria de manera objetiva.

Creo oportuno que, en ocasiones, nos preguntemos el porqué de todo, buscando en el pasado para entender mejor el presente. En el caso de la explotación de la información de salud y los sistemas de apoyo a la toma de decisiones clínicas, es especialmente necesario conocer la historia y el porqué, más allá de interpretarlo como simples cuadros de mandos e indicadores para una entidad sanitaria.

La historia empieza en los años 70 cuando se empiezan a informatizar las admisiones de los hospitales en Estados Unidos. La informática se convirtió en una herramienta ajena a la clínica y cuyo objetivo único era la facturación de pacientes. Administradores y gerentes comenzaron a plantear la necesidad reducir costes de producción y hablar de menos estancias, pruebas, controles, etc.

La respuesta por parte de los clínicos no se hizo esperar: la salud no tiene precio. No se podía disminuir la calidad asistencial, no se hacían responsables de la muerte de los pacientes.

Sobrevino entonces una confrontación con una gestión que no estaba teniendo en cuenta la calidad asistencial. Una calidad de la cual, por cierto, solo teníamos algún dato objetivo como la mortalidad intrahospitalaria.

Se imponía la necesidad de buscar una salida y contar con datos e información que no teníamos. Fue por esa época que empezaron a escucharse nuevos conceptos. Frente a eficacia y calidad, el concepto de eficiencia emergió y se empezó a valorar en este sector. Pero para hablar de eficacia, se necesitaba disponer de nuevas fórmulas y datos en el numerador y en el denominador. En decir, cuánto cuestan los ingresos hospitalarios y, además, cuánto cuesta cada patología que produce el ingreso hospitalario.

Así, se abrieron paso herramientas como los GRD (Grupos Relacionados por el Diagnóstico). Un sistema para relacionar distintos tipos de pacientes tratados en un hospital (casuística hospitalaria) con el coste de su asistencia. Era muy útil para gestionar y financiar hospitales e inició un camino entre gestores, pagadores y clínicos, comprensible para todos.

Pero los clínicos continuamos reivindicando la necesidad de salvaguardar la calidad asistencial al precio que fuera. Por otra parte, con razón, los gestores necesitaban disponer de herramientas para medir esa calidad y dejara de ser un arma arrojadiza imposible de medir y de comparar. Así empezó el largo camino de buscar consensos y evidencias para medir la calidad asistencial. Al final, se llegó a los indicadores de calidad medibles, objetivos y específicos. Sin embargo, era algo más difícil de conseguir de lo que pensábamos.

Cuando se pudo llegar al consenso y disponer de unos cuantos indicadores de los tres componentes del proceso asistencial: estructura (utilización de los medios y recursos), procesos y resultados, sobrevino “la fiebre de la calidad asistencial” y todos los hospitales comenzaron a constituir las llamadas Comisiones de Calidad.

La necesidad de los datos en los sistemas de apoyo a la toma de decisiones clínicas

Hasta aquí perfecto, salvo por un detalle: no teníamos datos/información para construir y analizar los indicadores que habíamos diseñado.

Los sistemas de información se enfocaron en recoger datos para la gestión y no en incrementar la calidad asistencial, eficiencia y seguridad del paciente, que es a lo que debían orientarse los sistemas de información de salud. Por ello, las Comisiones de Calidad de los hospitales se convirtieron en algo estéril, sin repercusión en la dinámica asistencial.

De ahí, la importancia de contar con sistemas de información de salud que den respuesta a este vacío de información y sean capaces de contribuir al objetivo pactado: disponer de sistemas eficientes y seguros, dotados de herramientas que permitan el análisis y la evaluación de la calidad de salud de manera objetiva.

Pensemos en la cantidad de años, congresos, artículos, discusiones, esfuerzos y frustraciones que hay detrás de este objetivo.

En la era de los datos, la tecnología ayuda a las organizaciones sanitarias a transformarlos en evidencia y conocimiento clínico. Con ello, se facilitan la gestión y visualización de indicadores clave que permitan medir la calidad del servicio de salud.

Las aplicaciones que movilizan datos desde la Historia Clínica Electrónica  salvaguardando su integridad, seguridad y privacidad son ya una realidad. Estas apps permiten al médico acceder en tiempo real a información del paciente para monitorizarlo en cualquier momento y lugar. Por otro lado, permiten al gestor hospitalario analizar los indicadores de calidad del hospital y optimizar la gestión. El mHealth es una revolución para el sector salud. Y ha llegado para quedarse.

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Eduardo Vigil Martín

ehCOS Chief Medical Information Officer. Dr. en Medicina. Universidad de Salamanca. Fellow Sistemas de información y Calidad. Maryland University Hospital. Baltimore. Profesor: Universidad Internacional de Andalucía. Profesor invitado por universidades de Europa, Estados Unidos y LATAM.

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