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La práctica clínica: Medicina basada en la observación en la era del Big Data

Es necesario proporcionar a los profesionales el acceso a una información fiable, validada científicamente y relacionada con el contexto sociosanitario donde desarrolla su actividad.

La práctica clínica: Medicina basada en la observación en la era del <em>Big Data</em>

Hemos incorporado observaciones que consolidan, modifican o desechan afirmaciones y paradigmas anteriores. Así llegamos al saber actual.

La evolución de la práctica clínica

Muchos pensamos que la metodología de trabajo médico y la práctica clínica, pese a las apariencias, ha cambiado muy poco. Y, aunque algunos se escandalicen, yo diría que afortunadamente.

El fundamento de nuestra práctica sigue siendo observar cuidadosamente al paciente, integrar lo que nos cuenta con lo que vemos y percibimos en la exploración, establecer un diagnóstico y proponer una secuencia de tratamientos y cuidados. Tras ello, mantenemos la observación para comprobar si el paciente evoluciona según las previsiones o se presentan variaciones no previstas.

La diferencia entre los médicos se establecía, y actualmente es similar, por la habilidad en la búsqueda de datos en el paciente, su jerarquización e interpretación correcta para conseguir un diagnóstico acertado.

Adquiríamos conocimiento y práctica en escuelas donde las observaciones de los predecesores se depositaban y hombres sabios evaluaban su certeza. En base a estas observaciones se establecía si eran correctas y se correspondían con una enfermedad ya conocida. O, si por su singularidad correspondían a una nueva manera de enfermar.

Así, hemos ido incorporando observaciones que consolidan, modifican o desechan afirmaciones y paradigmas anteriores. De esta manera, a veces lentamente y otras aceleradamente, llegamos al saber actual.

Los textos eran limitados y las nuevas ediciones, donde nos mostraban los avances del saber, iban con años de retraso. Las revistas científicas que nos comunicaban las observaciones de otros médicos con una frecuencia mas reducida que los libros, eran un número abordable. Y si bien nos avanzaban el nuevo saber, éste precisaba de un tiempo para que la observación validara o no aquello que se nos presentaba como avance.

La revolución tecnológica

Y en esto llegó lo que acertadamente se denominó la Revolución Tecnológica, y así como la energía fue la base de la Primera y Segunda Revolución Industrial, en esta última ha sido la información la materia prima esencial. Esta nueva materia prima tiene como característica principal su fundamentación en una serie de descubrimientos científicos que afectan a los procesos más que a los productos. Justo lo contrario de las revoluciones anteriores.

En el prólogo de la primera edición de la obra Nuevas Tecnologías, Economía y Sociedad en España del profesor Manuel Castells, se resume muy acertadamente un famoso manifiesto que sacudió el siglo XX y explica lo que esta Revolución Tecnológica significa:

«Un nuevo espectro recorre el mundo: las nuevas tecnologías. A su conjuro ambivalente se concitan los temores y se alumbran las esperanzas de nuestra sociedades en crisis. Se debate su contenido específico y se desconocen en buena medida sus efectos precisos, pero apenas nadie pone en duda su importancia histórica y el cambio cualitativo que introducen en nuestro modo de producir, de gestionar, de consumir, de vivir y de morir (1)».

Medicina basada en la observación

¿Qué es la ‘medicina basada en la evidencia’, si no, ‘la medicina basada en la observación’, tras el impacto en nuestra metodología de trabajo de esta revolución?

Las observaciones, que ahora llamamos mas comúnmente ‘datos’, se producen por millones y en tiempos insospechadamente veloces. Del análisis de estos datos se genera la información y el conocimiento en fracciones de tiempo tan escasos que resulta casi imposible de incorporar a nuestra practica clínica.

Negar que todo esto nos aporta un sin fin de oportunidades diagnósticas, terapéuticas, preventivas, rehabilitadoras, etc… es negar la evidencia, pero tampoco podemos esconder las sombras.

Ciertamente, nos es imposible conocer la exactitud de los datos; el cómo y quién los convierten en información; cómo se decide presentar esa información; y cómo de completa o parcial es. Sobre esto, es lo que Mulgan nos previene cuando dice, “las redes se han creado no solo para comunicar, sino también para ganar posición, para sobrecomunicar”(2) .

En mi opinión, parte de la innegable desconfianza existente entre un número determinado de profesionales respecto a la adopción de Protocolos y Guías de Práctica Clínica, proviene del desconocimiento sobre quién esta detrás de la información y sus intereses. Algunos sucesos han contribuido a ello significativamente.

Otra sombra que quiero destacar es que, aunque la ciencia contemporánea está caracterizada por la comunicación on-line, ésta es global pero asimétrica. Intentaré aclarar esta aparente contradicción.

La revolución tecnológica, como decíamos antes, tiene como materia prima la información. Por ello, si no contribuimos con nuestras “observaciones-datos” a la información global, seremos ignorados y nadie conocerá nuestros problemas. En otras palabras, si no contribuimos con nuestras “observaciones-datos” a la información global, los problemas de nuestros pacientes, de nuestros ciudadanos, no formarán parte del mundo global y nos quedaremos solos para resolverlos.

Así, estamos viendo hoy día que la mayor parte de los descubrimientos científicos producto de la investigación que nos llegan a través de las redes planetarias, muestran una diferencia fundamental en el tipo de problemas abordados. Los problemas de los países en desarrollo no se visualizan, y por tanto, no forman parte de los problemas que preocupan a los investigadores y financistas de los países desarrollados. La realidad y los ejemplos son suficientemente conocidos como para necesitar señalarlos aquí: vacunas, malaria, ébola, etc..

Si esto es así, y lo es: ¿Qué debemos hacer en el mundo de la salud?

Tenemos la obligación de proporcionar a los profesionales, el acceso a una información fiable, validada científicamente y relacionada con el contexto sociosanitario donde desarrolla su actividad. Debemos facilitar a los profesionales, la organización de sus observaciones-datos, ayudarles con su conversión en información y hacerlos así competitivos científicamente. Todo ello facilitaría el acceso a las redes de difusión científica global.

A mi entender, esto no solo es una necesidad médica, sino que también es una necesidad ética y social, si entendemos que el acceso al avance científico es la única forma de contribuir a un mundo global más justo.

 

 


(1) Manuel Castell, et all. Nuevas Tecnologías: Economía y sociedad en España. Madrid: Alianza editorial, 1985.  ISBN 9788420690339

(2) Mulgan, G.J.  Communication and Control: Networks and the New Economies of Communicatio, Guilford Press, 1991. ISBN 9780898623116

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Eduardo Vigil Martín

ehCOS Chief Medical Information Officer. Dr. en Medicina. Universidad de Salamanca. Fellow Sistemas de información y Calidad. Maryland University Hospital. Baltimore. Profesor: Universidad Internacional de Andalucía. Profesor invitado por universidades de Europa, Estados Unidos y LATAM.

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